miércoles, 12 de noviembre de 2008

Una Mujer es la Historia de...

Joaquín Morales



Y "una mujer es la historia de sus actos y pensamientos, de sus células y neuronas, de sus heridas y entusiasmos, de sus amores y desamores. Una mujer es inevitablemente la historia de su vientre, de las semillas que en él fecundaron, o no lo hicieron, o dejaron de hacerlo(...). Una mujer es la historia de su pueblo y de su raza. Y es la historia de sus raíces y su origen, de cada mujer que fue alimentada por la anterior para que ella naciera: una mujer es la historia de su sangre. Pero también es la historia de una conciencia y de sus luchas interiores..."

(Marcela Serrano, Antigua vida mía)

lunes, 27 de octubre de 2008

Video-poemas de Adrián Arias

TUS MANOS



METAMORFOSIS

Autor: Adrián Arias

Poeta, artista visual y promotor cultural

http://video-adrian.blogspot.com/

viernes, 12 de septiembre de 2008

FRIDA KAHLO






De 1907, año de la matanza de obreros huelguistas en Río Blanco. Del nacimiento de Gabriel Figueroa. Del estreno en Bilbao de la obra El intruso, de Blasco Ibáñez. Del sismo de 7,9 grados en la escala de Richter que sacudió las costas sur mexicanas con fuertes afectaciones en el puerto de Acapulco, México. De la Independencia de Nueva Zelanda. Y de 1907, también, el nacimiento de Frida Kahlo, quien naciera en el sur de la ciudad de México, en Coyoacán. Aunque su rebeldía e ideales la llevaron a decir que había nacido en 1910, con la Revolución.
Desde pequeña fue afectada por la poliomielitis y años más tarde, por un accidente de tránsito que la dejara incapacitada y a merced de un gran sufrimiento físico. Pese a esto, Frida, de gran voluntad, volvió a caminar. En su período de incapacidad y quizá por el aburrimiento, fue cuando empezó a pintar. Una vez recuperada y en la escuela preparatoria, que por entonces empezaba a aceptar mujeres, fue cuando conoció a Diego Rivera, el gran amor de su vida y con quien se uniera en matrimonio.
Tormentoso amor el de Frida por Diego, quien siempre le fue infiel hasta con la propia hermana de Frida. Muchas cosas se dice de Frida y entre ellas se nombra su bisexualidad, así como su frustrada maternidad debido al cruel accidente del que fuera víctima. Frida se divorció de Diego, pero más tarde volvió a unirse a él, quien pese a serle infiel, sentía gran pasión y admiración por ella. Diego fue su mayor adepto y Frida la mejor crítica de Diego.
Entre 1931 y 1934, debido al éxito de Diego, pasó la mayor parte del tiempo en Nueva York y Detroit. Entre 1937 y 1938, el revolucionario León Trotsky vivió exiliado en su casa de Coyoacán junto a su mujer. Con Trotsky tuvo un romance y después del asesinato de éste, fue acusada del mismo. Frida fue arrestada junto con Diego, pero finalmente ambos fueron puestos en libertad.

Por las mismas fechas André Bretón, creador del surrealismo, declara su obra como tal, pero la misma Frida más tarde dice que su obra no es surrealista porque ella no pintaba sus sueños, sino su propia vida. Sin embargo, gracias a Bretón, Frida expone su obra en París en donde se relaciona con Picasso.
Por 1953 expone con éxito rotundo en la Galería de Arte Contemporáneo de México, pero para entonces la salud de Frida estaba muy deteriorada por lo que se encontraba hospitalizada. Pese a eso, en plena exhibición, se escuchó una sirena de ambulancia y en ella y en cama de hospital, arribó Frida, quien en el centro de la galería, departió con los invitados con mucha alegría ante el asombro de los periodistas y del público en general. En este mismo año una infección de gangrena hace que Frida pierda una pierna, tal fue su depresión que Frida intentó el suicidio un par de veces.

Frida murió el 13 de julio de 1954 y fue velada en el Palacio de Bellas Artes de la ciudad de México. Sus cenizas se encuentran en la “Casa Azul” de Coyoacán donde naciera y, que el día de hoy, es el museo Frida Kahlo con exposición permanente de su obra.

Issa Martínez

viernes, 8 de agosto de 2008

Cartas a Juaniquillo VII (Las mujeres son como las potrancas...)

Olimpia Cruz, a quien mis hermanos y yo llamábamos tía Cruz y el resto Crucita, o doña Cruz, fue una mujer venerada por todos en la familia.

Fue ella la niña de doce años que a la muerte de su madre, cuidó de la mía y sus cuatro hermanos.

Delgada, bajita y de aspecto frágil, se peleaba con los machos de la vecindad, a puño pelao, sin dar ni pedir tregua.

Cruzó barreras feministas que resultaban intolerables para aquella época: operaba alambiques de pitorro en los montes aledaños y vendía su producto a los obreros de la industria azucarera, burlando la mirada de los capataces y mayordomos que vigilaban por el cumplimiento de las faenas de la caña, y en las maniguas de topos por todo el litoral costero.

Tuvo que hacerse fuerte y crecer a toda carrera e inventarse no sé cuántas triquiñuelas para evadir el olfato sabueso de la justicia que perseguía, sin piedad, a los que vivían al margen de sus estatutos.

De temperamento pétreo, tía Cruz tenía una lengua zahiriente que la hacía acompañar con una ligereza de manos y una imperturbable impiedad para los que amenazaran quebrantar su dinámica de trabajo que era la única fuente de ingreso de la familia.

Las historias que cuentan de tía Cruz son muchas y juran que no acaban.

Contrajo matrimonio en tres ocasiones, con tres hombres apuestos y mujeriegos. Hombres que dejaron imborrables huellas en su vida. Pero que nunca lograron, y mira que lo intentaron con vehemencia inaudita, atrincherar su espíritu indómito.

Ninguno de ellos la sobrevivió, por lo que enviudó tres veces.

A todos les quitó el vicio faldero para convertirlos en periquitos caseros, temerosos de su temperamento bilioso.

Sólo uno, a quien nada más recuerdo por su nombre, Carmelo, intentó, con furia y arrojo suicida, contener su furibundo carácter de mujer libre y soberana.

La abofeteó por haberle hecho trizas unos pantalones y una camisa pintorreada de pintura labial y olorosa a fragancia de hembra.

La hoguera de su exacerbado orgullo de mujer vejada se posecionó de ella, como había ocurrido otras tantas veces, y con una naja de barbero le deshizo la vestimenta en el cuerpo.

De milagro no le desgarró la carne.

Tía Cruz no era mujer para tomarse a relajo.

Si lo hubiese querido matar en aquella ocasión lo hubiera hecho sin ningún remordimiento de alma, por lo que el propósito fue darle una advertencia para que lo pensara dos veces antes de volver a hacer semejante tontería.

Carmelo logró doblegarla y cuando le hubo quitado la navaja, la abofeteó varias veces.

La encerró en una de las habitaciones de la casa y se echó a la calle.

Esa noche se fue de francachelas con sus amigos donde hizo alardes de lo acontecido.

De seguro sus acompañantes lo miraban, incrédulos, por lo que les mostró la ropa hecha trapos.

Aquello debió de ser todo un acontecimiento.

Imagino a Carmelo con sus ínfulas de macho domador de hembras, hecho una fogata que le quemaba la sangre con intensa satisfacción orgásmica, mostrando el tórax intacto, en demostración de que la fiera indomable y biliosa no era otra cosa que una mujer enamorada, con el orgullo herido, incapaz de causarle daño al hombre que satisfacía sus más íntimos reclamos de hembra en celo.

Me parece ver a sus interlocutores mirándole, embobados, todavía suspicaces, a pesar de la evidencia que con tanta insistencia les había mostrado. Emitiendo, él, alaridos de victoria macha que se confundían con el humo de los cigarros y el imperturbable tufo a ron caña que les emanaba por la boca a cada risotada.

—¡Tú si que eres un macho de a de veras, Carmelo…!

El, arrematando, con ese cinismo inconfundible que es patrimónico de los que a la fuerza imponen sus criterios, lo más probable contestaba:

—¡Na! Las mujeres son como las potrancas cimarronas: con un fuetazo por las costillas, un jaquimónÙ­ apretao y un buen cuerpo en el lomo, se amansan porque se amansan…

Así, de seguro, se la pasó toda la noche, hasta que el cansancio y la borrachera le obligaron a regresar.

Ya casi amanecía cuando avanzaba, dando tumbos, por el callejón de Talas Viejas.

Venía tambaleándose, como hoja al viento.

Cerró el portón sin saber cómo y a duras penas ganó el umbral de la casa.

Traía los párpados derrumbados y resoplaba la borrachera en arrebatos de alucinado.

Ella lo esperaba en la sala con una mirada reproche que él ni alcanzó a ver y tomándolo por los brazos lo condujo al baño.

Con palabras dulces y amorosas lo desvistió y lo duchó. Lo perfumó y le puso un pantalón blanco y una guayabera del mismo color.

Sentado en la mesa del comedor, con mejor semblante y más comunicativo, ella le sirvió un caldo de pollo humeante, como para revivir muertos.

Parecía un Angel bajado del cielo sentado a la mesa para tomar su última cena.

—Ahí tienes. ¡Quema tus arrebatos para que luego no digan que te mando al infierno con la panza vacía.

Y dicho eso, le encestó el primer centellazo con un palo de escoba que al impacto con el cuerpo, se partió en dos.

De no haber sido por la misericordia de mi padre, que al oir los gritos del hombre se apiadó de él y fue a su rescate, de seguro aquella misma mañana el pobre Carmelo, se hubiera ido a destiempo a morar con sus antepasados.

Demás está decir que, desde entonces, Carmelo renunció por completo a sus amores prohibidos y jamás volvió, ni en broma, a levantarle la mano a tía Cruz.

Ni siquiera a mirarla a los ojos cuando ella lo increpaba por cualquier nimiedad.

El incidente se regó como pólvora.

En todos los rincones del pueblo, y aún en sus periferías, se supo en detalles de lo que le aconteció a Carmelo. Pero nadie, ni sus más allegados amigos y compañeros de faenas agrícolas, ni en las maniguas de topos, ni en las jugadas de náipes, ni tan siquiera sus hermanos y hermanas cuando, a solas, conversaban de cosas tribiales, se atrevió a insnuarle su desventura por temor a la mujer que con tanto ensañamiento le desperchó sus ínfulas de domador de hembras.

Hay quienes juran y perjuran, amigo Juaniquillo, que tía Cruz mató a sus tres maridos. Pero eso te lo cuento en otra ocasión.

© Josué Santiago de la Cruz


GLOSARIO:
Jaquimón: Especie de freno improvisado que se les pone a los caballos, compuesto de una soga amarrada al hocico de la bestia con un pedazo largo que sirve de brida.

miércoles, 9 de julio de 2008

SOLILOQUIOS DE UN HOMBRE MUY MACHO… Y BASTANTE MUJER

(para femenina-mente)


Desde jovencito siempre preferí ser mujer…
Solía decir que si me hubieran dejado elegir me habría gustado nacer mujer, y ya, para rematar, en tono de broma, mujer, negra y de la Martinica (intuyo que por el exotismo de la negritud y por el mestizaje de una isla caribeña, patria del maravilloso poeta Aimé Césaire).

Empíricamente siempre tuve claro que la mujer era muy superior al hombre, aunque la civilización judeo-cristiana, imagino que para compensar evidencias, se había empeñado en todo lo contrario.
Y esta superioridad evidente puede concretarse en varios puntos bien claros:
- Mayor capacidad de la mujer en adaptación al medio y a los cambios
- Mayor facilidad de la mujer para aceptar el dolor y metabolizarlo
- Mucha mayor capacidad orgásmica y sexual de la mujer en relación al hombre
- Capacidad de parir y de crear vida, y de transmitir la herencia
- Mayor longevidad y esperanza de vida de la mujer.

Hay, desde luego, algunos otros puntos desfavorecedores, pero la inmensa mayoría de ellos no son genéticos, sino impuestos desde lo social y lo cultural con el fin de compensar un tanto los apabullantes desequilibrios.

Sin embargo, y desde mi sexo otorgado de hombre, y mi incapacidad para una sexualidad en femenino –ni siquiera la bisexual, a pesar de haberlo intentado desde el convencimiento de que los humanos somos bisexuales por naturaleza- hube de conformarme con un rol social en el que los atributos habitualmente femeninos –sensibilidad, poesía, pasión por las flores, incapacidad gestora…- han formado parte importante de mi existencia, convirtiéndome en “un macho bastante mujer”, y siendo un hombre que suele pensar y actuar en femenino.

Es bien posible que estos condicionamientos previos hicieran que siempre me dedicara a la defensa de los derechos femeninos: desde la creación, en los comienzos de los 70, de uno de los primeros grupos feministas de España (del que después fui defenestrado, lógicamente, por ser hombre), hasta la elección de mi profesión de ginecólogo, en la que siempre me he sentido bien y próximo al sentimiento femenino.
Y quizás, también, sea la explicación de la elección de mi pareja: una mujer muy hembra… y bastante hombre, que es la que complementa extraordinariamente mis inclinaciones femenina-mente.

Y para rematar, solo un apunte de pasadas: los actuales movimientos feministas radicales no solo me parecen estúpidos, sino realmente injustos y peligrosos, porque generalmente aíslan a un grupo de hombres bastante mujeres, y además, para más INRI y escarnio, suelen caer en los mismos comportamientos de dominancia y exclusivismo asimétrico que siempre tuvieron los machos.


Luis E. Prieto
Madrid, España

domingo, 29 de junio de 2008

POEMA DE FÁTIMA YDG Landrau

Fátima -Síntesis biográfica -~©Fa ®FYDG

Escritora -Poeta - Comunicadora-Mística-Fotógrafa-Eclíptica - Multi facética
Promotora de la Paz Universal - Derechos Humanos - Ayuda a los niños. Apoyando en diversas instituciones.
Bloguerista internacional en varios webs, Publicó trabajos para los periódicos hispanos en Estados Unidos: “Impacto Latino” de Pensilvania, “El dominicano”, “La Hispanidad” de Orlando Florida. Y la revista “Uno mismo” de Chile.

Escribe desde los 13 años, poesías, versos, vivencias de desarrollo personal, citas y otros. Desde esa edad comenzó su curiosidad por lo místico, la filosofía, las ciencias del saber científico, el arte, la literatura y la música. Hace fotografías desde los 8 años de edad y continúa captando imágenes de sus viajes, eventos personales o comerciales.

La labor más intensa de comunicación, que ha tenido en la red, fuero del área laboral, es de proveer herramientas de auto crecimiento personal y desarrollo espiritual, educación, ciencias del conocimiento, a través de sus correos en sus grupos AffluenceLove. Y personales.

Algunos de sus portales o paginas webs:

http://affluencelove.tripod.com/



POEMA

Bajo un cielo
Bajo un cielo estamos,
bajo un cielo lloramos,
bajo un cielo vivimos,
bajo un cielo morimos.

Bajo un cielo oculto,
todas las cosas del pasado,
Bajo un cielo he visto,
lo que tengo preparado.

Bajo un cielo cayó
lo que no quiero saber,
Bajo un cielo digo....
que no se puede ver.

Bajo un cielo escribo,
escribo sin parar....
bajo un cielo digo,
que no quiero callar.

Bajo un cielo llueve
Y aún no amanece,
Bajo un cielo supe,
Que no es lo que parece.

Autor: Fátima YDG.Felts ® 1999
Poema Finalista Centro Poético Español-Spain 2001